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»En presencia de Dios que nos escucha, y de todo Israel, que es la congregación del Señor, hoy os encarezco que obedezcáis cumplidamente todos los mandamientos del Señor vuestro Dios. Así poseeréis esta hermosa tierra y se la dejaréis en herencia perpetua a vuestros hijos.

»Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con buena disposición, pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento. Si lo buscas, te permitirá que lo encuentres; si lo abandonas, te rechazará para siempre. 10 Ten presente que el Señor te ha escogido para que le edifiques un templo como santuario suyo. Así que ¡anímate y pon manos a la obra!»

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